Desde lo universal a lo particular: poética y narrativa de Marco López Aballay
La escena es simple: una biblioteca pública, una libreta de notas, libros prestados cada semana. Ahí empezó todo para Marco López Aballay. Leía con un interés desinteresado, sin saber aún que esas lecturas formarían el sedimento de lo que luego sería su obra. Participó en talleres literarios en San Felipe, primero guiado por Carlos Hernández, luego por la poeta Azucena Caballero, con quien trabajó por dos años. También asistió a los encuentros de Nadia Prado en Almendral. Entre una lectura y otra, en ese ir y venir de encuentros y cuadernos subrayados, comenzó a escribir sus primeros textos.
Fue en 1999 cuando decidió tomar más en serio lo que había empezado como un ejercicio privado. En 2003, tras obtener una mención honrosa en un concurso literario local, publicó su primer libro: Diálogo nocturno. Una obra que —como él dice— nació de un largo proceso de corrección, lectura compartida y reflexión: “Hubo mucha ayuda para mejorar ese texto. Mucho acompañamiento técnico, pero también anímico”, recuerda. Entre quienes influyeron está el poeta Felipe Moncada y el escritor Cristian Cruz, compañero y amigo.
Desde entonces, Marco ha seguido escribiendo con constancia, pero sin apuro. Su escritura avanza al ritmo del trabajo silencioso. Ha publicado poesía, narrativa y crónica, con una preferencia particular por los temas de infancia, los paisajes de Petorca —donde vivió hasta los 18 años— y las atmósferas fantásticas, en la línea de Borges, Ocampo o Bombal. “Me interesa esa construcción de un mundo paralelo”, dice. “Tomar lo cotidiano y desviarlo hacia lo extraño”.
Aunque la poesía ha sido su entrada natural a la escritura, reconoce que la narrativa le permite explorar con mayor libertad: “La poesía es más medida, exige un lenguaje preciso. La narrativa me da un vuelo distinto, puedo ampliar la temática”, explica. No le interesa repetir las mismas fórmulas: su escritura siempre está en tensión con lo que ya ha leído. Por eso, además de escribir, practica la lectura reflexiva como una forma de retroalimentación permanente. Le gusta leer libros y comentarlos en profundidad, pensar junto a otros autores vivos, reconocer en esas lecturas una manera de sostener el oficio.
Uno de sus libros más conocidos es Historias de rock, publicado en 2012. Una mezcla de crónica, memoria y relato de viaje, que ha tenido buena recepción y varias reediciones. “Es un libro que me ha llevado a distintas ciudades del sur, donde he podido presentarlo y compartir con otros escritores. Tiene algo de bitácora y algo de celebración”, dice.
Marco está inmerso en el tejido cultural del Valle del Aconcagua. Trabaja en el Departamento de Cultura de la Municipalidad de San Felipe, donde está a cargo de proyectos vinculados a artistas visuales, músicos, cineastas, compañías de teatro, agrupaciones folclóricas, danzas y payadores. Coordina presentaciones, gestiona espacios, asiste a encuentros en comunas como Calle Larga, San Esteban, Los Andes. Participa en colectivos, apoya ferias, conoce de cerca a pintores, cantores y artesanos.
“Hay mucha efervescencia cultural en el valle”, dice. “Los fines de semana siempre hay actividades, encuentros, pequeños festivales. Hay mucho por hacer, y también mucho que ya se está haciendo”. Reconoce la riqueza de ese entorno, su diversidad, la posibilidad de encontrarse con creadores de distintas disciplinas y generaciones.
En ese cruce entre gestión cultural y escritura personal, Marco López Aballay sigue trabajando. Con paciencia, sin prisa, con una voluntad de decir que no se agota. Ya no escribe solo desde la nostalgia de la infancia, sino también desde una mirada atenta a los bordes, a lo extraño, a lo que la literatura puede desestabilizar.
Actualmente trabaja en dos proyectos simultáneos: un nuevo libro de poesía y una colección de cuentos rurales con elementos fantásticos, donde busca abordar la ruralidad no desde el costumbrismo, sino desde una mirada que entrelaza lo local con lo universal, contando siempre con los consejos de sus amigos escritores, entre ellos Nelson Paredes, Patricio Serey y Ricardo Herrera Alarcón.
Marco escribe desde ahí: desde el cruce entre lo íntimo y lo colectivo, entre el valle y lo fantástico, entre lo que recuerda y lo que todavía está por inventar.
Elaborado por equipo Valle Abstracto.
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