Literatura sin barreras: Verónica Barquesi y el desafío de democratizar la cultura del Valle"
El amor por los libros y la gestión cultural es algo que Verónica Barquesi lleva impregnado en su cuerpo. Su historia es la de una inmigrante mendocina que encontró en Chile un camino de transformación a través de las bibliotecas, el fomento lector y la lucha por la cultura. Llegó al país a la temprana edad de 8 años, aunque el choque cultural fue fuerte, su espíritu inquieto y su pasión por el conocimiento la ayudaron a encontrar su lugar en el Valle del Aconcagua.
Desde niña, su personalidad extrovertida la llevaba a hacer preguntas, a leer compulsivamente y a ver en las bibliotecarias figuras fascinantes. "Siempre fui usuaria de la biblioteca, una lectora destacada", recuerda. Su interés por lo social también se hizo evidente desde pequeña: participaba en talleres, hacía voluntariado y encontraba en cada nuevo espacio una oportunidad de aprender y conectar con otros.
La educación siempre estuvo en su horizonte, aunque el camino no fue fácil. Se cambió doce veces de colegio, una experiencia que le ayudó a desarrollar una personalidad en constante adaptabilidad. "Me acostumbré a ser la nueva, a integrarme rápido". Fue entonces cuando decidió estudiar pedagogía, con la convicción de que los cambios sociales pasan por la educación. Se especializó en enseñanza básica con mención en educación rural, motivada por su experiencia en comunidades que muchas veces quedaban relegadas. "El área rural era la que estaba más al debe, y yo quería aportar".
La práctica la llevó a trabajar en bibliotecas CRA, lo que selló su destino. "Siempre fui usuaria de bibliotecas y de pronto me vi armándolas yo misma". Su primer trabajo fue en la biblioteca del colegio Vedruna, donde coincidió con un cambio estructural en el espacio. Luego llegó a Putaendo, donde encontró una biblioteca abandonada y la transformó. "Me dieron una beca para estudiar gestión dbibliotecas y pasé de ser usuaria a tutora de bibliotecarias".
El perfeccionamiento se convirtió en una constante. Estudió un diplomado en literatura infantil y juvenil en la USACH, con el objetivo de formar lectores críticos y apasionados. Además, se formó como narradora oral y buscó oportunidades para consolidar su vocación. "Soñé con armar algo en San Felipe", cuenta, y su determinación la llevó hasta Buenos Aires, donde estudió comunicaciones con el sueño de hacer documentales sobre migración y memoria.
Su vida personal también estuvo marcada por giros inesperados. En 2019, el año del estallido social, a su padre le diagnosticaron cáncer. "Tuvo que hacer el tratamiento en Argentina, así que me quedé allá". En medio de ese proceso, cursó un magíster en Políticas Públicas por Zoom. Pasó dos años en la pandemia y, a finales de 2022, volvió a Chile. Retomó su trabajo en bibliotecas y consiguió un cupo en la Biblioteca de Curimón, un espacio en transición tras cuatro décadas con la misma administración. "Había muchísimos libros en cajas. Me dediqué a ordenar y a pensar en la experiencia del usuario, a que la biblioteca fuera un lugar atractivo y acogedor".
Convencida de que las bibliotecas son el espacio más democrático que existe, le duele cuando cierran. Para ella, son un eje central de la comunidad y del acceso al conocimiento. Su compromiso con la gestión cultural la llevó a cofundar la Agrupación Cultural Caiquén junto a un grupo de jóvenes con intereses en el arte y la literatura. "Soñamos con crear un espacio cultural y lo hicimos". Se adjudicó la Beca Chile Crea del Fondart Nacional y luego el Fondo del Libro y la Lectura, lo que les permitió desarrollar proyectos bibliográficos y actividades de fomento lector. "La inauguración de este proyecto (Putaendo Literario) fue un sueño hecho realidad". Además, señala que con la Agrupación Caiquen “Ya tenemos cinco libros publicados en colaboración con Putaendo Histórico y faltan dos más". Un trabajo que refleja el anhelo para que los escritores de la zona tengan una alternativa accesible para publicar, sin los altos costos de las editoriales tradicionales. "Muchos no saben cómo publicar, así que queremos ser un puente".
Actualmente, sigue en constante movimiento, postulando proyectos y desarrollando nuevas iniciativas. Desde la agrupación, trabajan en un proyecto en el Cerro Yevide, en El Almendral, con la idea de convertirlo en un destino turístico para San Felipe. Además, ha ampliado sus actividades a la narración oral, cofundando hace muy poco la Agrupación de Narradores Orales del Valle de Aconcagua y a la creación de un emprendimiento de artículos para lectores, especialmente enfocado en el mundo del anime y la cultura geek.
Su trabajo también se ha expandido al ámbito gubernamental. Actualmente, colabora con el Mineduc a través del Plan de Formación para Encargadas y Encargados de Bibliotecas Escolares CRA, dictando capacitaciones para bibliotecas escolares CRA. "Es un desafío, porque muchas veces los encargados son profesores que fueron enviados ahí sin experiencia en bibliotecas". La capacitación dura dos meses y se centra en promover el pensamiento crítico en la lectura. "Hay que innovar, hacer de la biblioteca un espacio vivo y atractivo".
Sin embargo, persisten muchas barreras. "El Estado y la sociedad no valoran lo suficiente las bibliotecas. Siguen en la periferia en vez de estar en el centro". Cuestiona la falta de renovación en los planes lectores escolares, donde se siguen leyendo los mismos libros de hace 15 años en lugar de incorporar nuevas voces de la literatura chilena. "Hay escritores publicando cosas increíbles cada año y no se les da el espacio".
Es así, que, con un camino construido entre libros, cultura y comunidad, Verónica Barquesi sigue escribiendo su historia. La Biblioteca es mi lugar favorito en el mundo, y deseo trabajar para que también lo sea para el resto de las personas". Como migrante, le cuesta echar raíces, pero sigue apostando por construir comunidad. "Tal vez me vuelva sureña, cosmopolita. No lo sé" (se ríe).
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