Claudio Berríos: Desde las letras al sonido #culturamusical
Entrevista al cantautor y docente Claudio Berríos: "El caminar la canción me permite vivir dignamente"
Entrevista por Amelia Gallardo M.
Descripción del proyecto como artista
Mi proyecto musical nace en 1994. En ese año compuse mi primera canción: “Después del Viaje”. Antes había hecho un par de intentos, pero esas canciones se perdieron en el tiempo. Ésta se salvó.
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Fotografía: Claudio Berríos |
Pasé mi niñez en Chagres y mi adolescencia en Catemu (nací en Santiago), pero mis padres, por motivos de pega, en los 80 se. volvieron a la provincia, nuevamente (de dónde salieron un día, a finales de los 60). Hay una visión muy de provincia en el desarrollo de mi persona. Muy de pueblo, muy de campo, mucha creencia, mucho dicho, gente buena y gente mala, mucha dictadura, mucho silencio y temor. También, mi niñez fue de mucha música… la que se estilaba por la FM y AM (Radio Galaxia, Concierto, Carolina, El Conquistador), y las que reproducía en casetes y vinilos y CD. En esos años, en TV se asomaban también los programas Magnetoscopio musical y Más Música… dado lo rancio y restrictivo de la época, había algunos que se la jugaban por difundir lo que sucedía “allá afuera”, entendiendo que acá, se estaba vedado todo. . lo nuestro. Desde aquí para adelante, me fui construyendo como un buen oyente. Había algo con la música que me invitaba a sentarse y a escuchar, detenidamente y apasionadamente.
Si hablamos de carrera y trayectoria, creo que formalmente no la hay. Desde 1994 comencé a crear canciones y no paré más, salvo algunos tiempos de sequía y mucha pega como profe. Por muchos años guardé silencio. Después volví a hacer más canciones. Me presenté en algunos escenarios, acá en el Valle, Santiago y Valparaíso. Luego hice más canciones y las comencé a grabar en un estudio. Pero ya no canto en vivo. Hay algo ahí que no me convence… aún así, pienso hacer algo al respecto para el 2025. Lo único que puedo decir, es que me carga cantar en bares jajajajajajaja siempre me desagradó. Me gusta más el auditorio y sin amplificación. Si actúo en vivo, creo que me crearé un formato con esas características. Algo más íntimo.
Siempre de manera autodidacta, mi instrumento principal fue la guitarra. Es, y ha sido mi compañera por excelencia. Ahora incurro en los teclados. Es un instrumento fantástico para componer. Da otra riqueza y otras armonías. No soy muy ágil, pero me permite jugar y experimentar.
En cuanto a estilos, no sé. Díganme ustedes jajaja. A mí me gusta escuchar música, y me gusta hacer música en base en lo que escucho. Lo más que se pueda.
¿Qué artistas han influenciado tu carrera?
Inicialmente, Silvio Rodríguez, sin duda. Si no hubiera sido por él, no me habría motivado en la guitarra. Es una escuela… antes existía el rito del cancionero en hoja de roneo que se vendían los kioskos. Pulías “la paila” entre la tecla del play, el stop y el rew. Era parte de la ceremonia, y era hermoso.
Además de Silvio, mis primeras escuchas serias y mis influencias más significativas, fueron Violeta, Víctor, Patricio Manns, Jorge Yáñez, Isabel y Ángel Parra, Eduardo Gatti, Fernando Ubiergo, Inti Illimani, Quilapayún, Los Jaivas, Los Blops… Cuando escuché a Congreso me volví loco… después vino Santiago del Nuevo Extremo, luego Fulano. También Payo Grondona, Eduardo Peralta. Con Schwenke & Nilo también hay una mención muy especial. Todos estos artistas chilenos fueron mi mayor influencia y mi mayor escucha entre la niñez y la adolescencia. También escuché mucha música clásica en general. Bach es lo máximo… Obviamente, se compatibilizaba con bandas y artistas de la época entre Electrodomésticos, Aparato raro, Emociones Clandestinas, Nadie, Valija Diplomática, UPA, el rock latino en general, el post punk, Queen que renacía a mediados de los 90. , el rock y el pop gringo en inglés, las baladas de la radio españolas y latinoamericanas. Después vino MTV latino, y ahí se abrieron más puertas.
Una influencia absoluta, también, son The Beatles, y me quedo con Lennon y Garrison. Los Zeppelin también, Jimi Hendrix, Cream, los pink, pero con Barret, The Velvet Underground, Bowie, Patti Smith, Jethro Tull, Dylan, Demon Fuzz, … no sé, hay muchos que se escapan…
Una mención aparte, es la música de algunos dibujos animados relacionados con el jazz: Tom y Jerry, Charlie Brown y Snoopy, Garfield (las primeras series televisivas). Estas melodías surgieron en mí emociones que todavía estoy descifrando. De aquí nace mi pasión absoluta por el jazz, desde los work song más arcaicos, pasando por los espirituales, el blues y el ragtime hasta el más delirante free. Joplin, Parker, Mingus, Ella, Miles, Baker, Zorn, Coltrane, Monk, Bley, Evans, etc.
También, no puedo dejar de mencionar a algunos compañeros de ruta con los cuales compartí escenarios en momentos claves de mi vida: ellos son los cantautores Pablo León, Juanqui, Ángelo Escobar; Moisés López y Jaime Plaza.
¿Cuál es tu conexión íntima con el rock argentino?
El rock argentino te atrapa por su historia, por su lírica, por su empeño, por su prolijidad. Desde Tanguito a Cerati, pasando por lo más florido de sus bandas e intérpretes. Y no es tan sólo el rock de ese país, el tango, el lenguaje de arrabal, la milonga, lo progresivo de Piazzolla, su público. El oyente es muy fervoroso. Todo es delirante.
Pasa que cuando escucho a Tanguito o Litto Nebbia, intento apreciar e imaginar, el cómo ellos absorben la música de su época y cómo la transforman en obra. Y si hablamos del rock, el cómo ellos comienzan a españolizar el mensaje. En el lenguaje está la clave, el cómo la poesía potencia la melodía y viceversa. Imagina que después llega Spinetta con Almendra, Pescado Rabioso, Invisible… es una hermosura. Por otro lado, está Manal, Billy Bond y la pesada, Pappo, un guitarrista increíble. Después llega Charly. La rompe. Que te diga a los veintitantos años que, con la Máquina de hacer pájaros, pretendía que esa música fuese popular. Y vaya que sí lo logró en su país, y por lo tanto abrió puertas para el rock como un fenómeno de masa. Estamos pensando que en Latinoamérica, el rock era un asunto demoníaco para las capas sociales más fachas y conservadoras.
Pero sin duda, de todos ellos, el que me más impacta es Spinetta. Su lenguaje poético y musical es de otra categoría. Sin duda un iluminado. Bebo mucho de él.
¿Cómo afloran las ideas para una nueva composición? Cuéntanos sobre tu proceso creativo.
Ejerzo la docencia desde el año 2005. Soy profesor de Castellano y Filosofía. Cuando hablo con la gente y le cuento que hago música, ésta me dice: - Qué bonito tu hobby. Frente a esta alusión, el suelo será bastante respetuoso y me retiro, lentamente de la conversación. Me cuesta mucho aceptar que se piense que una labor que no se realiza bajo ciertos cánones sociales y económicos, sobre todo en la dimensión del arte, sea tan menoscabada. Como si la música fuera un pasatiempo bonito y listo.
Cuando tengo que preparar una clase, la pregunta es: ¿Qué voy a enseñar?, ¿Cómo la enseñaré? Y ¿Cómo la evaluaré?, y es una reflexión para luego construir… Con la música me ocurre lo mismo, es otra reflexión, pero en otro plano. Si tú me preguntas que si canto. Yo te digo que casi nunca. Ni siquiera cuando compongo. Para mí, construir una canción es una delicia. Es lo que más me gusta. Cantarla, no tanto. Es una reflexión, un diálogo interno muy enriquecedor. Tengo una música interna que me abstrae de todo.
El caminar la canción me permite vivir dignamente. Mentalmente, lo es todo. Generalmente, la música aparece primero. La amaso, la estructuro, le doy forma. Sobre eso, voy generando la lírica. Cuando escribo, le echo mano a mis cuadernos de notas. Puedo estar en cualquier situación social, se me viene una palabra o una frase o una idea y la dejo anotada, y después le doy forma de acuerdo la estructura de la música que ya he generado anteriormente. También, soy buen ladrón: Cito frases de libros; si converso con alguien y si me gustó lo que dijo, lo anoto y lo ocupo; Hace no mucho estaba lidiando con las palabras para una canción para el disco nuevo, y una colega conocida del insta publicó un poema suyo y ocupé parte de su texto, porque era justo lo que quería decir, y mágicamente calzó justo con la melodía (eso si que le pedí debidamente su autorización). Y así, van ocurriendo cosas y momentos.
Sin duda, el proceso es lo que más disfruto.
Otra manera de entender la manifestación de la música es por medio de su materia física. Así como me sorprende cómo el ser humano puede hacer despegar un avión de la tierra y hacerlo volar, me sorprende también, cómo puede envasar y conservar la música por medio de la grabación. Entender la onda sonora como una Re-Producción, es una bomba en mi cabeza. Esa es una tecnología que reproduce un favor de la música. Sin duda.
También está la música como artefacto con la cual elaboramos sonidos y le damos un orden, una sincronía y una armonía, tanto los enchufables como los que no. Desde dos ramas de palo que se golpean entre sí, hasta el más sofisticado sintetizador, pasando por el diseño que conllevó el hacer una guitarra, un piano o un acordeón… sin duda hay elementos tecnológicos de técnica que se ha implementado en extender las sonoridades y posibilidades de la música.
La amplificación de la música. Esa es otra manera de arte de la cual nadie se da cuenta. Pero, está… el peligro es tan importante como los músicos en escena. Eso es física pura, y para manipular y controlar ese estado de la materia (musical) y el entorno donde se va a dar, necesita ser comprendido y utilizar un tipo de tecnología muy específica.
Si la tecnología va a jugar en favor de la música, me parece bien, sea cual sea su naturaleza. Pero la tiene que manipular el ser humano, con amor, pasión y conocimiento. Si no es de esa manera, difícilmente se podría encontrar belleza en una creación musical.
Según tu visión ¿Cuál es el panorama para la música latinoamericana?
¿Qué opinas de la actual generación de musicxs del Valle de Aconcagua? ¿Hay algún proyecto en particular que te llame la atención?
¿De qué manera tus producciones colaborativas te han potenciado como artista?
Cuéntanos cuál es tu proyecto más reciente y cuáles son tus proyectos para el futuro.
Pobre mi visión latinoamericana de la música actual. No es como en los 90 y 2000, en dónde los medios abrieron puertas y ventanas y permitieron un cierto acceso de conocernos mutuamente, en tiempo real, sobre todo en lo que ocurría en México, Colombia, Brasil, Uruguay, Argentina y Chile. Todavía en ese tiempo, las productoras y discográficas grababan y difundían a sus artistas, para bien y para mal, justa o injustamente. Ahora eso se acabó. El streaming hace que la visión sea más individualista aún. “Tú eliges” (pero bien entrecomillas, ojo ahí), el contenido que quieres escuchar o ver. El acceso a la información parece ser ilimitado. Por un lado, te permite buscar músicas y artistas que antes eran inaccesibles porque nadie les daba bolas o no eran debidamente difundidos por sus discográficas, o demasiado bajo. Pero ahora sí se puede acceder a ellos. Hoy en día, los proyectos suelen ser más autónomos y variados. De eso no hay duda.
Este contexto posmoderno me ha permitido visualizar, conocer y escuchar también lo desconocido que, por vías oficiales, no se daban. Por nombrar algunos, Álvaro Peña, Javiera Berreau, por ejemplo. La pandemia del 2020 y las redes sociales, también vino a desenterrar algo que había estado olfateando desde el 2011: un sin número de artistas subterráneos, de los más variados estilos y lugares de Chile. Un fenómeno descentralizado de Santiago, totalmente. Esa ebullición, revienta al día de hoy, mostrando un crisol increíble de texturas. Pero siguen existiendo caminos muy marcados: uno oficial, el under y el limbo (entiéndase limbo como aquellos discursos políticos que te ofrecen la ayuda, pero que nunca llegan, y, las productoras de difusión musical, que como industria todavía buscan su estructura y su sentido con la implementación de las nuevas plataformas digitales. Es un camino que está por verso aún, todavía).
¿Qué opinas de la actual generación de musicxs del Valle de Aconcagua? ¿Hay algún proyecto en particular que te llame la atención?
Al valle lo considero un tesoro de artistas, en todas sus dimensiones. Hay talento en muchas personas y de las más variadas: literatura, escultura, pintura y diseño, fotografía, cine y documentalismo, danza, teatro y baile, orfebrería, lo que te puedas imaginar. Ni hablar en lo musical. Existe un abanico nutrido tanto de artistas como de estilos. También hay algunos agentes culturales que tratan de mover el asunto, tanto desde lo institucional, la autogestión y el desarrollo de proyectos. Siento que falta alguien que pueda aglutinar todas estas sensibilidades. En pandemia tomé conocimiento sobre la discográfica Registro Móvil. Cuenta con un catálogo de artistas a nivel nacional de géneros variados. Los promueve, crea eventos, hace discotecas y casetes, una onda muy movida. Algo así se plantea podría en el Valle para quien quiera proyectar su carrera, como una opción. Sería interesante ver algo así.
Hace poco conocí a toda una nueva generación de chiquillos que se están abriendo camino en la creación y en la difusión de sus proyectos. Me gusta o no me gustan sus estilos, encontré que hay mucho virtuosismo, musicalmente hablando. Un manejo del escenario muy bien empoderado. Me gusta esa energía… y que, de alguna manera, en ese abrirse camino, están apostando en ese nuevo terreno de gestión musical y discográfica, del que te hablaba anteriormente, con tal de lograr un espacio y reconocimiento y ser parte de un circuito, por así decirlo. Y eso está muy bien.
Y si de artistas que me llaman la atención en el Valle y que me han influenciado y enseñado, son los grupos Coronel, Dhármico y Ketterer. Y también, la pianista Michelle Lamelés y la cantautora de Catemu Teresa Vargas.
Por último, y para cerrar esta pregunta, quisiera expresarme en una preocupación. No me quita el sueño, pero me gustaría plantearla. Es una actitud que veo en el valle y en nuestro país, en general. Te lo voy a ejemplificar con una experiencia. Hace no mucho, acompañé a mi hijo mayor a la fiesta de cumpleaños de un compañero de colegio (8° básico). La música que sonó todo el rato fue reguetón y trap. Está bien, es un cumpleaños, una fiesta, baile y alegría. Yo no escucho esta música, pues rehúyo de ella (a excepción de que hace tiempo escuché cantar a una chica española estos ritmos, pero su disposición al cantar y su lírica eran bastantes buenas, y eso me hizo no descartar el género), pero las las letras que esa tarde eran misóginas, violentas y de alto calibre sexual explícito, en un contexto de chicos púberes. Dejemos el plano ético, aparte, por ahora, pero el peor escenario posible fue cuando vi que, la que ponía la música era la madre del celebrante. Pedí amablemente que la cambiase y la respuesta fue, ¿y qué coloco, entonces? De manera muy prepotente. Con esto te quiero explicar que el oyente acá es precario. No se despega de lo “popular comercial”. Todo lo demás es fome, penca, lento inentendible. Considere que no existe aprecio, que no se da la oportunidad de otras formas. El oyente acá es prejuicioso, ajustado a un estilo o una visión del mundo con el cual ordena su propia existencia. Esa actitud me inquieta. También encuentro esa mirada en algunos creadores, esa actitud de menoscabo por el otro, por la razón que sea. Eso, para mí, es una actitud cultural que debería desaparecer.
¿De qué manera tus producciones colaborativas te han potenciado como artista?
Tardé mucho en grabar. De 1994 al 2015 hay mucho tiempo. Tengo claro que el escenario no es mi acuario, pero tengo la gracia de hacer canciones, y que además, me ayudan a vivir (no económicamente, pero, sí a vivir). El 2015 grabé por primera vez en un estudio sin saber absolutamente nada de cómo era la dinámica. Llegué y entre no más. Ahí nació “En Catemu todo el mundo te saluda”. Fue una suerte de plasmar en un LP lo medular de lo que había compuesto hasta la fecha.
Llegó el 2019, y tuve en mente en hacer un proyecto musical que fuera dedicado a mis hijos. Un colega psicólogo del colegio, Manuel Abarca, me invitó a grabar en su Home Estudio. Fue una primera fase de lo que después sería una tetratología (cuatro discos que formarían un concepto que retratara un período de mi vida). Me asocié con otro parnet, Felipe Aravena, fonoaudiólogo y músico aficionado de Llay Llay, que me acompañó en un vivo que hice en el teatro Municipal de San Felipe el 2018. También convoqué a la cantante y campo amiga de proyectos, María Fernanda Lizana… Con ellos hice la maqueta de lo que sería más adelante el álbum Brunito Chagres.
Este primer intento fue truncado por la pandemia en el 2020. Y dadas las nuevas formas en cómo nos comenzamos a relacionar, me comuniqué con el Koke Figueroa para hacer otro disco conceptual que se llamó “Las Canciones Perdidas de Titho Leruá”. Este trabajo se hizo a distancia, entre Catemu y San Felipe, a partir de unas maquetas caseras que datan del 2001 y 2003. Todas las bases musicales que yo les envié las rehízo y las calcó literalmente en su estudio, y cuando tenían permisos disponibles, Fui a grabar las voces. Así nació ese disco, y también una amistad productiva musical que se mantiene y refuerza hasta el día de hoy.
El 2021, con algo más de libertad, se retomó Brunito Chagres. Le llevé las maquetas que trabajé junto a Manuel y Felipe y le dimos cuerpo y mayor producción. Se dio la posibilidad de que la connotada violonchelista chilena, Ángela Acuña, aportó con arreglos y grabación de cuerdas para la canción “Quién está”. Imagina mi alegría. También cuenta con la colaboración del bajista sanfelipeño Simón Leiva para dos canciones y con la guitarra jazzera de Lucas Isray para “De Umbrales y de Cojos”. Mi amigo y músico de tiempos universitarios, Marco Garmendia, aportó en el contrabajo para los temas “Brunito Chagres” y “Quién está”. Aparte de lo musical, este disco cuenta con tres poemas que musicalicé, de la poeta santiaguina Francisca Santibáñez. Precioso ser que tuvo la gentileza de prestarme su palabra y su verbo. A inicios del 2022, ya teníamos el proyecto listo.
El 2022, fue más desafiante aún. Koke recibió el delirio de grabarme 2 proyectos: un EP de 6 canciones y un LP de once. Fue una verdadera locura. Ahí nació Juanito Chagres y 11 Manzanas para Eva, el segundo y tercer trabajo de la tetralogía. Lucas se repitió el plato con un tema en cada álbum. Estuvo presentando la candidez de María Fernanda en voces y coros. Se asociaron también el poeta Javier Gallardo para un solo de guitarra en el tema “Esta casa Sitiada”; Ed Neidhardt en flauta traversa; y la baladista sanfelipeña Natalia Montenegro, en voz y piano, para una de las canciones pilares de 11 manzanas. Y también, tuve la posibilidad de trabajar una canción hermosísima de mi amigo, el escritor Pablo León de Valparaíso, “Pintado de Verde”, con el cual grabamos y cantamos juntos por primera vez. Estos 2 proyectos fueron concluidos a inicios del 2023.
Y ya, para el 2023, fue más tranquilo. Grabamos con el Koke el primer sencillo para el disco Canción Sin Nombre (y cuarto disco de la tetralogía), “Esta es una bella noche para bailar rock”. Acá hicimos un giro en la forma de producir e integramos el sonido de batería real. El sesionista para la ocasión fue el sr. Benjamín Gonzáles en las baquetas.
Hasta aquí, puedo decir que trabajar con ellos ha sido una experiencia de lo más maravillosa. Cada uno aportó lo que sabía hacer y obviamente, enriquecen cada pieza con su talento. Además de que son personas extraordinarias y bellas. Mi más profundo agradecimiento a cada uno de ellos.
La experiencia de trabajar con el Koke, como productor en todas estas discotecas, primero es la amistad, la confianza y la admiración mutua por nuestros trabajos. Siempre se lo he dicho, para mí, el estudio de grabación es un lugar feliz. Al principio te contaba que con lo que más disfruto es el proceso de hacer y armar la canción. Aquí, la canción se sigue desarrollando, y estar mentalmente en eso me gratifica mucho. Lo segundo, supone un aprendizaje, un taller. Él te escucha y es muy respetuoso, propone aciertos. Tiene un talento para resolver cualquier eventualidad y maneja una cantidad de recursos impresionantes. En este sentido, trabajar colaborativamente con el Koke es como una extensión de mi propia creatividad.
El 2024 se viene con fuerza, y de manera íntegra, el álbum Canción sin Nombre, el cuarto de la tetralogía. Estoy lleno de eso. Pretendo terminarlo a fines de este año, o a más tardar a inicios del próximo. Lo único que puedo contar hasta el momento, es que será un trabajo bastante distinto a lo que venía haciendo. Se viene coqueteando más intensamente con el rock y el blues. Hay cero guitarras con cuerda de nailon. Lo que creo no se va a escuchar en este disco es al Claudio Trovador. Esa faceta se encuentra sólo descansando.
Y proyectos futuros, claro que sí. Siempre estoy pensando en el siguiente.
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